Mujeres En Webseries: ¿Qué Hace una Chica Como Tú en un Lugar como Este?

Una revisión a tres webseries chilenas realizadas y protagonizadas por mujeres.

Como en la mayoría de las producciones audiovisuales y del entretenimiento, el mundo de las webseries es un lugar típicamente dominado por la presencia de hombres. Esto es probablemente el reflejo de un mundo que, en general y a pesar de los cambios rápidos, todavía funciona como si las mujeres no tuvieran pleno derecho a dejar huella. Según un estudio publicado en Radio Bío Bío, las mujeres representan solo el 8 por ciento de los nombres de las calles en Santiago de Chile y la producción nacional de webseries no muestra una realidad muy diferente: el porcentaje total de mujeres que dirigen, escriben y protagonizan webseries en la producción nacional, no supera el 8 al 10 por ciento.

Sin embargo, estos bajos números no son indicadores de la calidad del trabajo realizado por mujeres, que es sobresaliente. Ya sea por su carácter audaz y fresco, su humor ingenioso o la honestidad de sus historias, estas tres webseries creadas, co-creadas y protagonizadas por mujeres destacan y rompen el molde de las producciones nacionales habituales de Internet, aportando diversidad, nuevos contenidos y una visión diferente.

Mil y una vez (2012), Psicóticas inseguras (2016) y Mucho pedir (2018), tienen varios elementos en común: la visión femenina de un mundo masculino que puede ser amenazante, la necesidad de libertad, la búsqueda del amor y el placer, la importancia de encontrar el camino propio y la autenticidad.  Pero a la vez son todas diferentes, con su propio sello genuino y particular, resultando ser un fiel tríptico del punto de vista y la experiencia femenina en lo que va de siglo.

Estrenada el año 2012 en su canal de Youtube  WEBSERIE MILYUNAVEZ, la producción de Fernanda Montero y Francisca Márquez, resulta en todo sentido precursora, no solo porque al año de su estreno la corriente de las webseries estaba recién despegando, sino también porque se trata de una producción regional cuyo equipo de realización estaba compuesto por estudiantes de cuarto año de Comunicación Audiovisual.  Creada, producida y realizada en Talca,   Mil y una vez ha resultado ser todo un éxito de audiencia en Youtube, con más de 21 mil suscriptores y más de 5 millones de visualizaciones en su tercer episodio titulado “El cumpleaños” que también suma más de 6.500 likes.

La webserie cuenta la historia de Valentina (Javiera Briones), una adolescente escolar confundida, ácida y desapegada que busca el placer o el amor sin un norte claro, y en personajes que resultan ser abusadores o desastrosos, pero que parece tener el apoyo incondicional de su amiga Florencia (María José Gracia) y de su hermana mayor (Constanza Sepúlveda).

Si bien la webserie entrega una visión respecto de la sexualidad femenina que puede ser sesgada o estar influida por cierta cultura mediática del erotismo, en cuatro capítulos logra revelar un ánimo de confusión y disconformidad respecto del sexo y las relaciones, que parece ser común en las mujeres de la generación a la que retrata o representa, independientemente de las diferencias entre grupos sociales o territoriales.  Su relato y ritmo logran estar a tono con casi todos las nuevas normas y recursos de las webseries: ir al grano, ser breve, dar importancia al sonido (aunque presenta problemas de sincronización en un capítulo), decir mucho con muy poco, privilegiar la autenticidad y el desenfado y, en la base de todo, hablar a ese público que ve webseries.   Pero tal vez lo más llamativo de Mil y una vez es que no escatima en hablar sobre sexo en la edad adolescente. Este punto es crucial, porque el sexo y la sexualidad de las mujeres son temas que los medios tradicionales chilenos han abordado escasamente con autenticidad y libres de prescripciones morales. El trabajo de Mil y una vez –intencionalmente o no- lograr llenar algo de este vacío temático usando el espacio de Internet y tal vez ahí radica gran parte de su éxito. En este sentido, el ejemplo que podemos mencionar en el ámbito del cine, es la película Joven y Alocada de Marialy Rivas,  que estrenada el mismo año y con un tratamiento desafiante y honesto, logra instalar en el diálogo cultural y público la existencia –ni más ni menos- de una vida sexual femenina y adolescente, activa y compleja. Mil y una vez es coherente con esta necesidad y la satisface en un espacio que ofrece esta libertad. El hecho de que sea la primera webserie chilena de mujeres que se hace cargo de este gran tema, ya le da suficientes méritos.

Con Psicóticas inseguras, estrenada en YouTube el 2016 por su canal  Psicóticas Inseguras, nos movemos a la capital para conocer la vida y los problemas de Pamela (Pamela Barboza) y Javiera, (Javiera Pinto) dos entrañables amigas que son uña y mugre y están recién salidas de la escuela de comunicación audiovisual.  Chile está lleno de Pames y Javis; no solo por lo familiar de estos nombres, sino porque sus personajes reflejan mucho de lo que es ser mujer hoy. A través de situaciones y diálogos muy bien logrados y con un ritmo ágil pero no desesperado, las protagonistas se cuestionan qué es ser mujer en el presente; el difícil camino de la realización personal, el trabajo versus el arte, la idea de feminidad, el deseo, el sexo, meter la pata y salvarse de relaciones tóxicas, la búsqueda de amor y hasta la salud reproductiva.

El tono de comedia pesimista es fundamental y persiste con total coherencia a lo largo de un relato que nos muestra un Santiago con mucha realidad; sin ropa de marca, sin alisados permanentes ni la predominancia de tonos de Plaza Italia para arriba.   La amistad de las Psicóticas Inseguras es ejemplar y encontrarse con ellas es refrescante. Son brillantes, cándidas e imperfectas; persisten en el aprendizaje de la vida sin vendernos la pomada de la mujer “diosa”, que todo lo sabe y lo hace perfecto. Sin izar la bandera explícita del feminismo, Psicóticas Inseguras es el tipo de relato cómico y honestamente feminista que muchxs agradecemos.

Mucho pedir, estrenada en 2018 en YouTube por su canal Koi, complementa las webseries anteriores con una visión menos dramática que Mil y una vez y menos pesimista que Psicóticas Inseguras. Es una comedia muy fresca que se sostiene mayormente en la parodia de estereotipos y situaciones.   Antonia (Paloma Larraín) es una actriz que no está totalmente desempleada, pero lucha por mantenerse con trabajos esporádicos. A través de situaciones que pueden llegar a ser hilarantes, la protagonista se mueve entre el sueño del éxito y la fama, y la urgencia de poder pagar el arriendo. Un tercer elemento en esta historia lo trae la relación accidentada con hombres que, en su mayoría, resultan ser más un estorbo que un aporte.

Antonia se mueve entre situaciones que nos muestran, como espejos, lo ridícula que puede ser la vida -en lo cotidiano y lo extraordinario- como haciendo un intento por descansar un rato del drama que puede significar ser una joven desempleada a punto de ser pateada de su departamento en una ciudad relativamente hostil.

Con Mucho pedir salimos de una situación chistosa para meternos a otra, en escenas escritas con la justa proporción de insolencia y chistes y de la mano de actores de bajo perfil que nos ofrecen actuaciones naturales y carismáticas.

No por ser una comedia liviana esta webserie se queda atrás en denunciar el machismo, el sexismo, el acoso, lo que significa ser una mujer en un mundo de hombres. En ese sentido, cumple con una de las misiones esenciales de la comedia: que nos riamos con el drama o con lo que está mal en el mundo. Lo hace de manera dosificada y poco pretenciosa, sin discursos obvios y, por otro lado, sin caer en códigos intelectualoides o exclusivistas.

Sí, es cierto que también las webseries chilenas están dominadas por hombres, pero en un espacio democrático como Internet, ¿podemos realmente hablar de la dominación, como es en otros ámbitos? Gracias al desarrollo de Internet y las plataformas de streaming, los realizadores y las audiencias nunca habían tenido tanto poder de convergencia. Ahora es solo cuestión de tiempo para que veamos un cambio en la brecha de género y podamos hablar de más realizadoras. Pues, ¿qué hacen estas chicas, entonces, en un lugar como éste? Lo que están haciendo es hacer valer su voz, su punto de vista y subjetividad. Sin intermediarios y sin los moldes que exigen la publicidad y los medios de comunicación masiva tradicionales, las protagonistas de estas webseries instalan un relato íntimo, lúdico, imprescindiblemente insolente. Están creando, comunicando y transmitiendo al mundo porque pueden hacerlo. Están rompiendo la puerta y dejándola abierta para las que vienen.

Por Carolina Chascona