Eugenio Amaya, director de «El Día D» y su paso del teatro a las webseries “Prefiero concebir ‘lo digital’ como un aliado”

El Teatro ha sobrevivido a todas las pandemias.  Cuentan que durante la peste bubónica los teatros de Londres debían cerrar cada vez que se acumulaban 30 muertes en una semana y que durante el confinamiento William Shakespeare desarrolló tres de sus obras más memorables: “Macbeth”, “El Rey Lear” y “Antonio y Cleopatra”.

Enfrentadas a nuestra propia pandemia, bastante menos mortal pero mucho más global y mediática, las compañías de Teatro  se han visto enfrentadas una vez más a ese quiebre de la comunicación directa con el público y han empezado a buscar en las plataformas digitales un espacio para mantener abierto el telón.    

Aran Dramática es una compañía de teatro radicada en Badajoz, Extremadura, fundada en 1990 por la actriz María Luisa Borruel y el director chileno-español Eugenio Amaya. Desde entonces ha realizado más de veinte montajes teatrales y en junio de este año ha estrenado “El Día D” su primera webserie original a través de su canal de Youtube  AranDramaticaPTASL.

Eugenio Amaya, director de la webserie, nació en Santiago pero emigró con su familia a mediados de la década de los sesenta, pasando a residir durante ocho años en California, donde cursó estudios secundarios y universitarios en Sociología.  A finales de los setenta se radica definitivamente en España donde comienza a desarrollar una trayectoria profesional ligado al mundo del Teatro.    En entrevista exclusiva para OTRASSERIES.CL nos cuenta acerca del proceso creativo y sus reflexiones personales sobre su webserie. 

¿Cómo nace el argumento de «El Día D» y cómo surge la idea de hacer esta webserie?

La idea de «El Día D» surge a partir de estar confinado, sin posibilidades de dedicarme a mi actividad principal que es el teatro. En España, la pandemia arrancó con una gran ferocidad y el miedo y la parálisis campaban por sus respetos, atenazando a la población y creando una zozobra de las que hacen época. Como creador, sentí que tenía que hacer algo y la herramienta disponible era internet. Por asociación de ideas, me vino a la cabeza una película que vi en Santiago cuando era chico, «7 días de mayo», que especulaba sobre la posibilidad de un golpe de Estado en USA en mitad de la guerra fría. El formato de las «webseries» presentaba una oportunidad para contar una historia que pudiera resultar atractiva para los espectadores confinados en sus casas y que aportara un grano de arena sobre la realidad que estaba impactando a la ciudadanía. He sido admirador de Costa-Gavras, Alan J. Pakula, Francesco Rosi, entre otros, que contaban historias sobre lo que hay detrás de las apariencias en el ámbito político en circunstancias extremas. A la vez, era consciente de que nuestros recursos eran limitados, pero conseguí reunir un equipo que aportó mucha ilusión y talento al proyecto y así, entre todos, sacamos adelante lo que, en principio, parecía una simple ocurrencia.

Posteriormente ¿Cómo llegas a definir la cantidad de capítulos y a establecer la participación de solo dos personajes por capítulo como formato?

Por algún sitio había que empezar. Los mecanismos de creación son insondables. Intenté conciliar la aparente complejidad de la trama con la viabilidad de los recursos disponibles. El formato de las webseries exige ir al grano y rezar para que el espectador no pierda interés y busque otras opciones. En este sentido, Internet es implacable. Elegí el formato de las videollamadas como soporte narrativo porque me di cuenta que se había convertido en la única forma de comunicarse de la población y que no resultaría un vehículo extraño para los espectadores potenciales. Al mismo tiempo, necesitaba que la historia respirara (tal vez, fruto de mi formación teatral) y elegí no atiborrar los episodios con demasiados personajes, lo que podría resultar más ágil en términos narrativos, pero, por otro lado, impediría que nos identificáramos con las circunstancias de los distintos personajes. Crucé los dedos, apelando a la paciencia de los espectadores para que permitieran que la historia fuera desarrollándose de manera paulatina. En cuanto a la cantidad de capítulos, creo que fue una decisión orgánica, lo que pedía la historia, ni más ni menos.

A poco más de un mes de su estreno en Youtube ¿Qué impresiones te ha dejado la respuesta del público hasta ahora y cuál es la autoevaluación que tú puedes hacer sobre esta primera experiencia en el formato de webserie?

Estoy contento con la reacción del público y, sobre todo, estoy contento con haber podido sacar adelante el proyecto gracias a la entrega, talento y dedicación de todos los implicados. Creo que el formato de las webseries permite a los creadores un grado de libertad creativa al que resulta difícil acceder si no estás introducido en la industria audiovisual. Me comentaba una periodista que «El Día D» quedará como un testimonio de los momentos vividos durante la primera fase de la pandemia. Eso ya es una satisfacción. Por lo que respecta a la autoevaluación, me parece que aún no tengo la perspectiva suficiente para analizar los pros y los contra del producto. Prefiero pensar en proyectos futuros ya que el formato de webserie ofrece muchas oportunidades y se pueden explorar historias y formas de contarlas.

En una entrevista para «Hoy» en el 2019 señalaste que «Hasta que nos suplanten los robots, el teatro ofrece algo completamente distinto. La novedad y lo auténtico reside aquí». ¿Piensas que a partir de ahora los contenidos teatrales deberían transmedializarse para sobrevivir a esta crisis sanitaria y las que puedan venir en el futuro o lo auténtico del teatro se pierde en su versión digital?

El fenómeno transmedia lleva mucho tiempo entre nosotros y se utiliza de muchas maneras. Lo utilizan tanto los estudios de Hollywood como compañías de teatro de pequeño formato. El teatro se ha dado de bruces con un obstáculo con el que nadie contaba. La pureza de compartir una experiencia en directo con el público es algo que no se puede comparar con nada. Es una experiencia única y especial. Claro que el teatro puede convivir con formatos digitales, tanto en la puesta en escena, como a la hora de difundir espectáculos y crear complicidades, pero no es un requisito. Prefiero concebir «lo digital» como un aliado. Por ejemplo, durante la pandemia, he tenido la oportunidad de disfrutar en el canal de la Fundación Teatro a Mil de excelentes espectáculos desarrollados por creadoras y creadores chilenos. No es como estar ahí, pero sí ofrece la posibilidad de disfrutar de creaciones a las que no se puede tener acceso en circunstancias como las vividas.

Como Director Artístico del Festival de Teatro de Badajoz, ¿Consideras que los Festivales de Teatro Online son una alternativa viable para hacer frente a la prohibición de los eventos públicos?

Los considero más bien un sucedáneo en una situación de emergencia. Habrá que armarse de paciencia hasta que vuelva la normalidad tal como la concebíamos antes de la pandemia. No hay alternativa al teatro presencial de toda la vida. Se pueden buscar fórmulas para mantener la actividad y el contacto con los espectadores, pero en ningún caso pueden sustituir al teatro real y auténtico. Como decía antes, «lo digital» es un excelente compañero de viaje de la actividad teatral propiamente dicha, pero no puede usurpar lo que es propio del teatro: la magia, el rito de artistas y público compartiendo una misma atmósfera.

Por último, la pandemia ha vuelto a poner en evidencia el alto nivel de desprotección social de los artistas en Chile. ¿Cómo ves la situación de los actores y artistas en España en este sentido?

Esa es la tragedia de esta pandemia, la desprotección de la población civil más necesitada de ayudas estatales. Sigo con preocupación el debate sobre la retirada de fondos de las AFP y, como se dice en España, que el gobierno chileno «no se ponga las pilas» y desbloquee lo que resulta una medida de emergencia nacional. En España, miembro de la Unión Europea, se han tomado medidas para ayudar a empresas culturales y actores y artistas, algunas de ellas, de forma tardía y burocráticamente farragosas. La situación es jodida y vivimos en un estado de constante zozobra con un horizonte muy preocupante. Nada será como antes.

Para más información sobre Aran Dramática puedes visitar su sitio:  arandramatica.com